LA MISTERIOSA HISTORIA DEL MUÑECO QUE COBRÓ VIDA
Mi nombre es Richard y lo que estoy por contarles es una historia prohibida para mi... Estuve interno en un psiquiátrico casi 8 años por el sólo hecho de contarla.
Era una tarde común en el hospital donde trabajaba. Mis colegas conversaban amenamente sobre el partido de fútbol del día de ayer. Las sirenas sonaban en todo momento. Algo a lo que estábamos acostumbrados.
Mi beeper sonó a las 10:48 indicando acercarme a la sala 103 para atender a una, señora que parece sufrir un tipo de ataque. Mientras me dirigía hacia el cuarto, fui interceptado por quienes se presentaron como agentes del Gobierno, acompañados por 3 militares. Y me dijeron que los acompañara. Nunca he tenido problemas con la autoridad ni he andado metido en actos ilícitos por lo que no me preocupé. Entonces recordé a la paciente que iba a atender y saque mi celular para solicitar mi reemplazo, pero bruscamente me fue arrebatado de mis manos por uno de los militares. Quien me lanzo una mirada determinante. Uno de los agentes se volteo y me dijo: “Es asunto oficial, por favor nada de llamadas.” Le dije que solo quería avisar sobre mi ausencia para que deleguen alguien para que atienda a la señora. A lo que respondió: Ya nos hicimos cargo de comunicar. Por favor acompáñenos y no haga preguntas.
Caminamos y tomamos el ascensor que nos llevó hacia la planta baja donde esta el departamento de autopsias y el cuarto de almacenamiento de cadáveres cosa que me resulto muy extraña. Llegamos hasta el departamento de autopsias donde habían adaptado todo a manera de quirófano y vi a tres de mis colegas que en silencio y con mirada atónita me observaban entrar.
Nos pidieron que nos pongamos trajes especiales que sacaron de unas cajas metálicas. Uno de mis compañeros dijo que el no quería estar envuelto en radiaciones o cosas similares pero un militar le dijo que no tenia nada de que preocuparse.
Acto seguido uno de los militares dijo algo en el oído del otro y se pararon frente a frente. Por la puerta entro un señor de traje con aspecto lúgubre y talla de importante. Nos pidió que tomemos asiento. Y nos dijo lo siguiente:
“El motivo de su presencia en este cuarto es agradecido de antemano por el gobierno federal. Les pido disculpas si alguno fue “tomado” de manera singular hasta este sitio pero el asunto por el que están aquí,.. es digamos… algo fuera de lo normal. Solo requerimos su asistencia como especialistas en su rama que son y presten al paciente la ayuda necesaria para que retome su ritmo vital. Lo único que les pido es por favor que se limiten a hablar solo de las operaciones que llevaran a cabo. Nada de preguntas fuera de lugar ni conversaciones sobre el asunto.”
Entonces dando la vuelta observo a uno de los agentes y le asintió con la cabeza. El agente se retiró. Mire a mis compañeros y ellos tenían la misma cara de confusión que yo tenia en ese momento. En ese instante se escucharon ruidos desde el corredor, entro el agente y tras de el venían los militares acompañando una camilla con una tolda plástica cubriéndola. La colocaron en medio de las luces de quirófano, los militares quitaron seguros debajo de la camilla y retiraron la tolda plástica. El señor enterando nos dijo: Por favor prosigan.
Nuestra sorpresa fue grande al ver en la camilla acostado y con signos de delirio a lo que describiría como un muñeco de ventrílocuo. Nos miramos todos y lanzamos una carcajada… Uno de mis amigos grito: “Diablos que realmente nos hicieron caer de cabeza con esta broma,..Se pasaron. Son lo máximo!” -Todos nos reímos, y mi colega Susan pregunto que donde estaba la cámara. Pero al mirar a los militares y agentes, estos tenían en sus rostros una seriedad de muerte.
Nos dijo: “Esto no es ninguna broma. les pido seriedad y que prosigan estabilizando al paciente.”
Nos miramos una vez más y con una sonrisa en nuestros rostros al dar la espalda hicimos lo que nos pidió. Que más podíamos perder siguiendo esta broma. Entonces procedimos a quitar la sábana del muñeco y estaba hecho como de material rígido, blando y brillante. Sus coyunturas entre las piernas y los brazos eran membranas como las que tienen los cangrejos entre sus articulaciones… Parecía emitir sonidos de ahogo.
Dije en voz suave: “Muy buen acabado del muñeco,… no le veo los cables… Ha de ser algún tipo de animatrónico.”
Uno de los militares se acerco al darse cuenta de mis palabras.
Susan usando palabras media jocosas dijo: “Ahora a ponerle el catéter para estabilizar al paciente.” -Y tomando la aguja se la inyectó en el brazo al muñeco que se movió como si sintiera realmente el dolor y al mismo tiempo colocó el dispositivo de para hacer seguimiento a sus signos vitales. El flash de una cámara brillo en ese instante. era uno de los militares que estaba tomando fotos.
Nuestras sonrisas empezaron a decaer cuando vimos sangre entrar al tubo de alimentación del suero y la máquina de monitoreo empezar a sonar con su inconfundible BEEP, BEEP, BEEP anunciando que “aquello” tenía signos vitales. Pero la sangre se me fue a los pies cuando vi al muñeco abrir los ojos lentamente y decir en perfecto español: “Ayúdenme….” -Mientras con su mano tomaba la mía y la apretaba fuerte.
Fue extraño, sentir esa mano casi plástica con algo de calor en ella. Sea lo que fuere que estábamos haciendo ahí de repente se transformo en una escena tétrica. El muñeco novia la cabeza de un lado a otro, jadeaba, saliva salía de su boca. Temblaba y fue cuando me di cuenta que de lo que era su estómago salía un tubo metálico. Como si alguien se lo hubiera clavado. Lo peor era que sangraba… Sangraba de verdad.
El hombre de traje dijo: “Tienen que retirar ese tubo y curarlo.” Nos miramos una vez más. cada uno de nosotros estaba sin palabras. Mi colega John tomo el tubo y lo saco de un solo tirón. Y un gran alarido salió de la boca del muñeco. Sangre brotó a borbotones.
Un militar se abalanzó sobre John y con su rifle le pego de tal manera en su cabeza que lo dejo inconsciente y cayó al suelo. Los otros dos militares se lo llevaron arrastrando. Quisimos hacer algo al respecto pero los dos agentes nos apuntaron con armas y nos indicaron proseguir.
El hombre de traje en voz alta dijo: QUE ESTÁN HACIENDO!!!! LO VAN A MATAR!!! QUE CLASE DE DOCTORES SON USTEDES!!!
El muñeco gritaba y Susan entro en desesperación. Cálmenlo! Cálmenlo! -pronunciaba y se agarraba la cabeza.
Mi otra colega tomo una jeringa con un analgésico fuerte para calmarlo y procedimos inmediatamente a “operar” al muñeco. Era increíble,… Abrimos su estómago sin dificultad, Su interior estaba caliente y con todos los órganos de una persona común en su lugar. Su intestino grueso era el perjudicado. Estaba lleno de una sustancia oscura terrosa similar al abono húmedo. Procedimos a cauterizar con cuidado todas las áreas afectadas.
Me tome un tiempo para analizar la situación…. Era un muñeco,…Y tenía vida… Con la pluma de luz abrí sus ojos los que estaban cubiertos por párpados gruesos y retráctiles y los iluminé. Su pupila se dilató y estos se cerraron inmediatamente cuando accidentalmente con mi guante toque su ojo.
Mi compañera y Susan estaban parados ahí,. Observándome,….observando al muñeco, paralizados… Terminé solo de hacer la última sutura y puse la respectiva venda sobre la operación. Beep,…Beep,.. sonaba el monitor. Sus signos estaban estables. El señor de traje dijo: “Bueno, parece que han hecho un buen trabajo.” Y dijo a los agentes: “Lleven a estos dos a la agencia” Y casi a empujones los sacaron del cuarto.
Y mirándome fijamente me dijo: “Aqui no ha ocurrido nada. No busques problemas. Por favor sigue con tu jornada habitual”. Entonces uno de los militares me pidió que lo acompañe. En el camino vi un grupo de personas de traje que se dirigían hacia el cuarto donde estaba el muñeco. Me llevo hasta la recepción y me dio la espalda diciendo: "Algunas veces guardar silencio es lo mejor." Y se marchó para no verlo más.
Mi mundo cambio aquel día. De mis compañeros no supe nunca nada más. Y cuando preguntaba por ellos sólo hacían referencia a un traslado a otro país. Pero por más que los busco es como si nunca hubieran existido. Sólo quede yo como único único testigo de este hecho que pone en cuestión si esto que llamamos realidad... Es tal.
Deje mi trabajo. Perdí a mi familia. El fracaso me acompañaba a todos lados con mi mente inundada con las escenas de aquel día en la sala de autopsias. Busque el alcohol para calmar esta sensación extraña en la que mi vida se había convertido. Un día buscando a mis amigos en un cyber, en Internet, abrí mi correo y había un solo mensaje que decía: -Si sucedió.
Lo abrí de inmediato y sólo había una imagen adjunta la que inmediatamente abrí.... Mi corazón estuvo a punto de explotar. Se me acalambraron los brazos y las piernas. Me desmaye. Para despertar un un hospital psiquiátrico en el que termine de perder la razón.
Hoy no hay mucho que importe ya. Pero el motivo de esta carta es sólo uno.... Un único motivo y propósito,.... simplemente para decirte:..... Si sucedió!
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